Roy Nikisch: “La estabilidad llegó, pero todavía no se siente en el bolsillo de la gente”
En un contexto económico todavía frágil y con los bolsillos de los argentinos castigados por la pérdida de empleo y la caída del poder adquisitivo, el intendente de Resistencia, Roy Nikisch, ofrece una radiografía cruda del país y de la ciudad que administra. Sin eufemismos, analiza la macroeconomía, la situación política, las dificultades de la coparticipación y el rol de la dirigencia frente a una ciudadanía que exige resultados y respeto. También plantea un desafío central para 2026: la concientización ciudadana como herramienta para blindar la transparencia y la continuidad de las políticas públicas.
Un país “sin milagros” y con un lento proceso de estabilización
Nikisch reconoce que la economía nacional atraviesa un periodo de estabilización, aunque lejos de una recuperación rápida:
“Venimos en un plano inclinado hacia abajo. Espero que hayamos frenado la caída. Ahora tiene que venir un tiempo de estabilización y después una mejora muy suave. No hay milagros”.
Para el jefe comunal, 2024 no fue mejor que 2023, pero tampoco peor: “Económicamente, no fueron buenos años. Y 2026 también será duro, pero con mejores perspectivas”, afirma, apoyándose en la lectura de economistas de todos los perfiles ideológicos.
Destaca como un dato relevante que varias provincias —entre ellas Mendoza, Córdoba y Santa Fe— lograran tomar créditos internacionales a tasas razonables, lo que, según él, “muestra que los mercados empiezan a creer en la Argentina”. Pero advierte que esas señales no se traducen de inmediato en mejoras cotidianas:
“Eso no se derrama rápido ni para todos”.
La coparticipación, un electrocardiograma inestable
La gran preocupación municipal es la coparticipación. Nikisch lo explica con crudeza:
“Resistencia recauda solo el 20% de lo que necesita para pagar salarios. El otro 80%, más lo que se invierte y se usa en servicios, viene de la coparticipación”.
El intendente describe un sistema históricamente previsible que, en 2024, rompió todas las curvas:
“En 40 años era como un electrocardiograma normal: subía y bajaba, pero dentro de un rango estable. Hoy es un enfermo totalmente disfuncional. Abril fue terrorífico. No fue solo un mes malo: fue un derrumbe”.
La inestabilidad, explica, obliga a “sacar el pie del acelerador y recalcular” la planificación municipal cada vez que los envíos nacionales se desploman.
La política, entre la desconfianza social y la responsabilidad institucional
Nikisch entiende el enojo social:
“La gente no votó a Milei; votó en contra de lo que identificó como todo lo anterior”.
Y hace autocrítica:
“Yo me tengo que incorporar a la tropa de la política de los últimos 40 años. Cuesta cambiar”.
Pero traza una línea clara sobre lo que considera inadmisible: la falta de respeto en el debate público.
“Una vez que uno es funcionario deja de ser una persona normal. No podés insultar, no podés hacer exabruptos. Es una obligación ser prudente”.
También se mostró crítico con escenas ocurridas en Diputados al momento de los juramentos: “Da vergüenza”.
Un radicalismo nacional sin voz y sin rumbo
Nikisch repasa con dureza la situación de la Unión Cívica Radical a nivel nacional:
“Hace un año y pico que el partido no habla. Elegimos un presidente que no representaba al radicalismo de verdad”.
Cuestiona la conducción de Martín Lousteau y la dispersión interna:
“La Argentina necesita partidos fuertes, consolidados, con posturas claras. Los intendentes radicales funcionan bien, pero el partido nacional está en silencio”.
También se distancia de figuras como Leopoldo Moreau, Ricardo Alfonsín y Facundo Manes:
“El radicalismo puro no existe más. Las alianzas son necesarias. Lo que no se puede negociar son tres o cuatro principios básicos”.
Capitanich y una crítica central: salud y educación
Cuando se le pregunta por Jorge Capitanich, Nikisch evita confrontaciones personales pero sí marca un punto no negociable:
“Nunca voy a aceptar que haya desmantelado el sistema de salud y educación. Nosotros habíamos hecho cambios positivos que se podían mejorar, no destruir”.
Destaca que algunos programas de gestiones anteriores siguen vigentes porque “lo que está bien se continúa”, y advierte que ese mismo criterio sostendrá en la Municipalidad.
Gestión municipal: orden, datos y planificación
Nikisch afirma que la próxima gestión recibirá una Municipalidad “ordenada, con toda la información disponible”, algo que, asegura, no ocurrió cuando él asumió.
Para 2026 anuncia una campaña intensa de concientización ciudadana y control social:
“El vecino debe entrar a la página web, conocer cómo funciona la Municipalidad, criticar, sugerir. El control ciudadano será clave para evitar que cada gestión tire por la borda lo que hizo la anterior”.
La digitalización de información —comodatos, resoluciones, bases de datos, mapas de infraestructura— será un eje central.
Pavimento, bacheo y un entramado vial deteriorado
El intendente detalla que el relevamiento más reciente arrojó 723 baches en el macrocentro.
“Hace dos años eran más de 100 solo de Sameep. Ahora son más chicos, y estamos trabajando con Sameep y Vialidad”.
Recalca que el bacheo se hace con supervisión técnica de Vialidad Provincial para asegurar calidad y evitar reparaciones fugaces.
En paralelo, la ciudad avanza hacia 3.000 cuadras de ripio hechas “como corresponde”, advierte, no solo tirando piedras sino con un proceso técnico completo.
También se desarrolla un mapa integral que incluye calles de tierra, bocas de tormenta y planificación del barrido.
Mirada hacia adelante
Pese a los diagnósticos duros, Nikisch mantiene cierto optimismo moderado:
“Si la macroeconomía se ordena, la micro —la del empleado, el emprendedor, la PyME— va a empezar a mejorar. Pero va a ser sutil y va a llevar tiempo”.
Con una gestión municipal enfocada en la organización interna y el control ciudadano, espera dejar un piso alto para quien lo suceda en 2027:
“La próxima gestión no va a poder tirar nada por la borda. Va a tener que mejorar sobre lo que ya está”.
